Acerca de este artículo
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Este jersey con cuello de polo y
cremallera está confeccionado en un tejido de mezcla elástica de primera
calidad. Cómodo y ajustado, práctico y suave. Te mantendrá abrigado cuando haga
frío.
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Estilo de diseño: Diseño con cuarto de cremallera.
Puños, dobladillo y escote acanalados. Simple, limpio diseño, sólo un aspecto
clásico y buen ajuste. Classic-fit jersey de punto casual es un armario con
estilo must-haves.
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Materiales de calidad: 60% Acrílico, 25%
Poliéster, 15% Nylon. Un jersey básico clásico para hombre, perfecto para el
día a día.
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Gran elección:¡Este jersey con
cremallera 1/4 es un gran regalo para novios, maridos, padres, hijos, amigos y
mucho más! ¡Regalos de cumpleaños, regalos de Navidad, otros regalos! Perfecto
para el otoño y el invierno, este elegante jersey de hombre es adecuado para
una variedad de ocasiones como casual diario, negocios, entrevistas, fiestas,
golf, citas y más.
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Cuidado de la prenda: Lavado máximo
40°C, proceso normal, no usar secadora, no usar lejía. Lavar a mano o a máquina
y colgar para secar al aire.
La evolución posterior del
debate
La respuesta socialista a la
crítica burguesa se dio durante los años 30 en un doble plano. En el campo
práctico de la edificación de una economía no mercantil, por el formidable
crecimiento de la economía soviética, que transformó en pocas décadas un país
semifeudal devastado por las dos guerras mundiales (la primera de ellas seguida
de una guerra civil con invasión imperialista) en la segunda potencia
industrial del planeta y liderando la carrera espacial en los años 50. En el
plano teórico, por las propuestas de Taylor en 1929 y Lange en 1938
(Lange y Taylor 1971) acerca de la posibilidad de que una agencia de
planificación simulase el balanceo del mercado (a la manera del «tatonnement» o subastador
walrasiano), lo que haría innecesario conocer los «precios» de los bienes
intermedios; en efecto, por medio de un procedimiento iterativo, de prueba y
error, y tomando como punto de partida el sistema de precios de mercado
heredado del capitalismo4, se evitaría tener que resolver el complejo sistema de ecuaciones
que aproximase a los precios de equilibrio, expresión de los costes medios de
producción. Como veremos en el siguiente apartado, el tipo de respuesta
de Taylor-Lange estuvo
inevitablemente marcada por la imposibilidad técnica que existía en esos
momentos para realizar un exhaustivo cálculo directo, en tiempo de trabajo, del
coste de los bienes y servicios.
En cualquier caso, esta
respuesta socialista motivó un repliegue de la crítica burguesa tal y como
inicialmente fue formulada por Mises.
A partir de ese momento se llega a reconocer más o menos explícitamente la
viabilidad económica del socialismo pero se le atribuye una eficiencia muy
inferior al capitalismo debido a los supuestos problemas de información y
conocimiento para el cálculo económico que serían inherentes a una economía sin
mercado. Hayek y
la escuela austriaca (Hayek 1997) señalarán que el fallo en el planteamiento
de Lange y
de quienes, como la economía neoclásica, reconocen una similitud formal entre
los dos sistemas, sería que no se puede tomar la información como dada para
poner en marcha el procedimiento iterativo porque, según suponen, la
información relevante para el cálculo económico es subjetiva, de tipo práctico,
basada en el conocimiento tácito (que incluiría las destrezas y experiencias
personales) y, en consecuencia, no articulable ni transmisible por otros medios
que no sean los del mercado. Por lo tanto, los autores austriacos consideran
que una economía socialista no podría asignar los recursos a los diferentes
usos de forma tan eficiente como la capitalista debido a la imposibilidad de
que la agencia de planificación pudiese disponer de tanta información como
proporciona el sistema de precios (a lo que se añadiría el problema de los
incentivos). Concluyen así que los partidarios del socialismo (y también quienes
reconocen la similitud formal entre los dos sistemas) no son conscientes de la
verdadera naturaleza del problema del cálculo económico, que es un problema en
esencia de información.
El presupuesto analítico de la
teoría subjetiva del valor en que se basa la crítica austriaca al socialismo es
el llamado individualismo metodológico, que pretende explicar los procesos
sociales y la propia estructura social capitalista como un producto de acciones
individuales agregadas. Esta es la premisa desde donde se deduce que el tipo de
conocimiento e información claves para el cálculo económico es de carácter
subjetivo. Pero pretender explicar los procesos sociales a partir de la
agregación de comportamientos individuales constituye, como resulta obvio, una
forma de razonamiento puramente circular, ya que significa reconocer la
existencia de comportamientos individuales previos a todo contexto social (más
allá del natural instinto de supervivencia humano). El caso es que esta forma
de razonar naturaliza el orden social capitalista y, por tanto, la forma de
desenvolverse en él, que los austriacos denominan «función empresarial» y
equiparan sin más a la «acción humana», la cual consistiría en la búsqueda de
oportunidades de negocio para sobrevivir. Por ejemplo, para Huerta de Soto, uno de
los autores austríacos destacados en la actualidad:
«la función empresarial
consiste en la capacidad típicamente humana para darse cuenta de cuáles son las
oportunidades de ganancia que existen en el entorno. (…) En efecto, todo acto
empresarial crea y genera nueva información de naturaleza táctica, dispersa,
práctica y subjetiva, y hace que los actores implicados en el mismo tiendan a
ajustar o disciplinar su comportamiento en función de las necesidades y
circunstancias de los demás, creando de esta manera, espontánea e inconsciente,
los vínculos que hacen posible la vida en sociedad» (Huerta de Soto 2011: 26).
Así, se concibe la conducta
maximizadora del beneficio típica del capitalismo como un rasgo de la
naturaleza humana y no como la expresión de una particular estructura social,
que exige para sobrevivir en ella «descubrir y apreciar las oportunidades»5. Pero se trata, como decimos,
de un razonamiento tautológico que describe la «conducta humana» a partir de
las características que ella adopta en un marco mercantil –esto es, de la
interacción humana basada en el intercambio–, y de ahí infiere, circularmente,
que ese es el tipo de conducta y conocimiento relevantes para el cálculo
económico «en general», considerado de un modo ahistórico. Y efectivamente, por
definición, sobrevivir en el mercado exige a cada agente (sea trabajador o
empresa) generar y procesar individualmente –esto es, de forma «subjetiva»– un
determinado tipo de información que tiene que ver con aprovechar ganancias y
reducir pérdidas. Sin embargo, nada de ello tiene relación alguna con la
actividad económica en general, destinada a asegurar la subsistencia humana,
sino solo con la forma en que funcionan las cosas en un marco mercantil
competitivo, donde nadie tiene asegurada la supervivencia y todo el mundo debe
plegarse para lograr la racionalidad mercantil.
Toda la argumentación austriaca
se reduce a señalar que el mercado es la única forma posible de cálculo
económico… en el mercado (esto es, en una estructura productiva atomizada).
Este razonamiento puramente circular no demuestra nada acerca del cálculo
económico en general, pues solo describe algunas de sus características en el
capitalismo. Es como si viviendo ya en una economía socialista dijésemos que la
estimación de costes directamente en cantidades de trabajo (sin dinero) es la
única forma posible de cálculo económico en general. La producción atomizada de
bienes y servicios (o si se prefiere: la propiedad privada sobre los medios de
producción) representa solo una forma particular de generar y procesar la
información para la coordinación económica general.
En la tesis austriaca de la
imposibilidad del cálculo socialista se confunde la dimensión técnica que tiene
toda actividad productiva global (expresada en la matriz de relaciones
intersectoriales y coeficientes técnicos de producción), con su forma de
organización social, que es la capitalista (la que se articula por medio del
intercambio general). Pero en toda forma de producción social el cálculo tiene
siempre una dimensión estrictamente técnica, referida a la evaluación de
costes, y otra puramente social, referida al tipo de mecanismo económico por
medio del cual esa estimación se realiza. Los precios son solo la forma en que
se expresan espontáneamente (esto es, de manera indirecta o no consciente) los
costes laborales medios en un marco mercantil. Los austriacos aseguran que la
determinación de los precios –o, si se prefiere, la valoración de los bienes y
servicios– no puede realizarse «artificialmente» por la autoridad central,
porque se trataría de magnitudes subjetivas. Esta apreciación se basa en la
confusión típica de la teoría subjetiva del valor, pues los precios en el
capitalismo, cuando hay competencia por el lado de la oferta, fluctúan en torno
al valor, que es una magnitud objetiva determinada por los costes medios de
producción. Y esos costes medios sí pueden determinarse directamente de forma
exhaustiva en una economía socializada, como a continuación veremos, gracias a
la capacidad informática actual.